domingo, 3 de abril de 2011

"Todo ser humano tiene en su interior, en su alma, un sonido bajito, su nota, que es la singularidad de su ser, su esencia. Si el sonido de sus actos no coincide con esa nota, la persona no puede ser feliz". Es la definicion de lo que ocurre cuando la vida de una persona, aunque sastisfaga a otros y le reporte supuestos reconocimientos, se aparta de su cause esencial. Ese cause no está senalizado desde el comienzo del camino. La gran tarea existencial es buscarlo. No hay que inventarlo ni construirlo. Existe, y la manera de dar con él no puede ser transferida, no hay manera de que otro sepa que es lo que nuestra alma pide, cuál es el íntimo sonido con el que tenemos que afinar.
¿Es posible construir una vida según las expectativas que los otros tienen sobre nosotros en detrimento de los sueños propios?
Una persona es el orgullo de la familia, se recibe de abogado y se convierte en un profesional del éxito al mismo tiempo que conoce a una buena mujer, se casa y tiene dos hermosos hijos. Pero con poco más de 40 años, en vez de estar feliz y realizado, dice sentirse vacío y arrepentido de haber hecho lo correcto en lugar de lo que realmente quería.
¿No es una falta de fidelidad a sí mismo respetar los deseos de nuestros padres si no coinciden con los propios? ¿No existe una importante cuota de responsabilidad cuando se decide actuar en contra de los deseos de nuestro corazón? .
No podemos negar que nada es lo que parece y que en todos los ambientes, hay secretos, dobleces, mentiras y trampas, pero suelen ser de mas dificil acceso que lo que los chismosos creen.Muchas veces esos círculos hacen correr rumores de todo lo contrario a lo que pretenden hacer para desorientar a la competencia y venden lo que suele llamarse "pescado podrido", para que los piolas que de todo se enteran antes de que los tontos lo sepamos se ensartan con sus buenas fuentes y quedan mal parados.
En todo caso, lo más sano es vivir la vida sin meterse en la existencia de los otros y dejar fluir los contecimientos sin creerse demasiado la versión oficial, pero teniendo cautela como para no hablar por boca de ganso acerca de cosas que no nos influyen ni competen. Y dejar que las "buenas fuentes" sean preferentemente la de los ravioles caseros que cada abuela suele ofrecernos los domingos.